Con el verano a la vuelta de la esquina y la llegada del buen tiempo, empiezan a surgir planes y excursiones para disfrutar con los más pequeños. Además de quemar calorías, combatir el sedentarismo, estar en contacto con la naturaleza y otros evidentes beneficios para la salud, cualquier excursión o salida familiar nos ayuda a mejorar la comunicación, reforzar vínculos, consolidar lazos afectivos y, por supuesto, a construir hermosos recuerdos e historias que pasarán a formar parte de nuestro anecdotario familiar.
Marga Gabarre, editora de la web Huesca en Familia nos propone cinco planes para hacer con niños en el Pirineo Aragonés y nos da algunas recomendaciones para aprovecharlas al máximo. Escapadas de día o de fin de semana son algunas de las sugerencias propuestas, pero existen muchas otras posibilidades para disfrutar de la provincia de Huesca.
La recomendación inicial y primordial es fomentar la autonomía de los más pequeños, por eso conviene que se hagan responsables de sus mochilas durante todo el trayecto. “Que metan solo lo imprescindible (bocadillo, agua, gorra…) para que luego no anden quejándose a cada rato de que llevan excesivo peso”, recomienda Gabarre.
Cascada de las negras
Esta es una de las excursiones que más les gusta a los niños cuando llega el buen tiempo. Saliendo de Coll de Ladrones se tarda un poco más de dos horas en llegar a la Cascada. La pista conduce hasta la entrada del Valle de Izas. Justo antes de atravesar el río, se puede encontrar una señal que dirige hacia el Refugio e Ibón de Iserías. Seguimos esta senda pedregosa y ascendente durante una hora hasta que este valle espectacular empieza a abrirse y descubre sus extensas y verdes praderas. A partir de ahí, una senda más cómoda y sencilla nos llevará a través del Canal de Izas. ¡Es muy importante no olvidar la gorra y la protección solar porque no hay ninguna sombra!
Avanzando en el camino, la cascada se divisa a lo lejos. Una vez se ha llegado al destino hay dos opciones: ir a la parte superior o descender hasta la base de la cascada. “Se pueden hacer las dos perfectamente, pero los peques van directamente a la poza. De hecho algunos valientes, aprovechan siempre para darse un baño refrescante. Yo, desde luego, me conformo con remojarme los tobillos”, advierte Gabarre.
Después de comer, el regreso se realiza por el mismo itinerario hasta llegar a Canfranc Estación. Se puede dar una vuelta por los alrededores de la estación, contemplar el majestuoso edificio y los vagones de época o la playa de vías, ahora convertida en explanada de los Arañones. Marga Gabarre nos cuenta que, “de siempre una de las cosas que más rechifla a mis hijos es coger unas linternas y recorrer los búnkeres de la Línea P. ¡Cualquier momento es bueno para esta pequeña aventura!”.
Tren del Sarrio y el Valle de la Ripera
Se trata de una excursión sugerente y apta para los más pequeños debido a que el primer tramo de subida se puede realizar cómodamente en un tren turístico. Si habéis estado alguna vez en Panticosa durante la época estival, seguro que os ha llamado la atención una singular locomotora verde que cuenta con un par de vagones y enormes ruedas de tractor que tiene parada en la plaza junto a la iglesia. Ese es el lugar donde hay que coger el tren, aunque es recomendable sacar las entradas con antelación porque las plazas son limitadas.
El Tren del Sarrio, que así se llama, solo funciona durante la temporada estival (de junio a mediados de octubre) y, de hecho, es el único vehículo autorizado para acceder a nuestro destino: el Valle de la Ripera.
El trayecto hasta ese profundo enclave, a 1 534 metros de altitud, dura unos 50 minutos, amenizados por Ripereta, un pequeño sarrio, mascota del valle, que va desvelando distintas curiosidades, historias, leyendas sobre la flora, la fauna y el paisaje.
La llegada a este desconocido Valle dejará a todo el mundo con la boca abierta. Desde la parada del tren existe la posibilidad de hacer seis rutas de senderismo perfectamente señalizadas dependiendo del nivel: La ruta al rincón del Verde, la cascada salto de Tendenera, el dedo de Yenefrito o el ibón de Catieras, son algunas de las posibles excursiones. Si vas acompañado de niños más pequeños, puedes dar un paseo por el valle donde encontrarás vacas, ovejas o caballos y otros animales autóctonos como quebrantahuesos, marmotas o sarrios.
La vuelta se puede hacer también en el Tren del Sarrio. Cada día salen tres viajes de ida y otros tres de vuelta en diferentes horarios: mañana y tarde. Otra de las opciones disponibles es escoger viaje únicamente de ida y, así, poder regresar a Panticosa caminando. Se trata de una excursión de seis kilómetros con un desnivel de bajada de 370 metros, lo que puede llevar unas dos horas de trayecto.
Junto a la parada del tren encontramos una señal a Panticosa, hay que seguir ese camino junto al río que se va adentrando en un bosque y que, poco después, se va abriendo hasta alcanzar otra zona de prados desde la que contemplar las vistas, con el valle de Yenefrito al fondo. El descenso en zigzag por la pista forestal y con el sonido del río acompañándonos, nos lleva hasta el puente de “La Zoche”, sobre el Bolática. Si el día es caluroso no puede faltar el bañador porque es difícil resistirse a darse un chapuzón en la poza. Después solo hay que continuar hasta llegar a Panticosa por el camino que desemboca en la parte trasera del telesilla.
Marga Gabarre nos recomienda que “si se opta por madrugar para realizar la excursión y todavía queda tiempo, en ese mismo camino antes de llegar a Panticosa se encontrará un desvío hacia las pasarelas estrenadas en 2021 (necesario sacar entrada también con antelación para no quedarnos con las ganas), que proponen un recorrido vertical impresionante sobre el río Caldarés, con 160 metros de desnivel y casi una hora de duración”. Al finalizar, se puede subir al Mirador O Calvé y disfrutar de unas excelentes vistas de Panticosa y las montañas que la rodean.
Circuito de San Urbez en el cañón de Añisclo, paseo por Aínsa y tarde de títeres en Abizanda
Marga Gabarre nos cuenta que es una de las rutas más imprescindibles, “con la que siempre acierto cuando tengo visita de familias con niños”. En la carretera a Bielsa, al llegar a Escalona tomamos el desvío en dirección a Puyarruego y Cañón de Añisclo. Hay que tener en cuenta que en épocas de temporada alta esta carretera es de sentido único, de modo que para salir se puede optar por dos opciones, utilizar la carretera de Buerba a Vió y regresar a Escalona, o bien la que se dirige a Sarvisé por Fanlo.
Pasados unos cuatro kilómetros desde Escalona, la carretera se va haciendo más sinuosa y estrecha. Poco a poco nos introducimos en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido atravesando el desfiladero de las Cambras, en el que la acción erosiva del río Bellós durante millones de años ha esculpido una impresionante garganta de espectacular belleza.
Son 13 kilómetros hasta el aparcamiento de San Úrbez y, si no hay mucho tráfico, existe la posibilidad de detenerse y asomarse en alguno de los miradores que se pueden encontrar por el camino.
Junto al puente de San Úrbez, se encuentra la Ereta de Biés, lugar donde hay que dejar el coche para comenzar la ruta a pie. Marga Gabarre nos avisa de que “hay que tener presente que es un aparcamiento pequeño que se llena enseguida, por lo que es mejor ir pronto.”
Se trata de una ruta circular muy sencilla que se puede recorrer en tan sólo 45 minutos en los que, según Gabarre, “el paseo no para de regalarnos hermosos paisajes, de esos que quedan para siempre en la retina” como la singular ermita de San Urbez, enclavada en la roca; el mirador de la Cascada de Aso y del viejo molino harinero; el puente medieval…
Gabarre nos recuerda que se trata de una zona natural protegida: “No olvidéis que estáis en un Parque Nacional, un espacio que ostenta el mayor rango de protección posible, por lo que está totalmente prohibido llevar sueltos a los perros, bañarse en ríos o pozas o el uso de drones”.
Hay que tener en cuenta que si se opta por ir en dirección Fanlo-Sarvisé, el trayecto en coche hasta Aínsa es de más de una hora, ya que es probable cruzarse con alguno de los habituales rebaños que van a pastar por la zona. Además, Gabarre nos recomienda “tomarlo con tranquilidad y disfrutar del paisaje que verdaderamente merece la pena. Pero conviene tenerlo en mente, sobre todo si hemos fijado una hora concreta para comer en algún restaurante, para que no se haga más tarde de la cuenta”.
En Aínsa es recomendable visitar el Castillo fortaleza; la plaza Mayor; la iglesia de Santa María… “Lo mejor es callejear sin rumbo por el Casco Antiguo y disfrutar de los muchos rincones de esta villa medieval”. Aínsa ha sido declarada Conjunto Histórico Artístico y forma parte de la lista de los pueblos más bonitos de España.
Otra propuesta para triunfar con los peques muy cerquita de Aínsa es la Casa de los Títeres en Abizanda. En su web podéis consultar la programación y los horarios de las funciones. “Aprovechad también para visitar el Museo de los Títeres y, si vais en época estival, animaos a participar en alguna de sus verbenas o fiestas en la era. Como dice el dicho y los propios Titiriteros de Binéfar ¡Jolgorio del bueno!”, asegura Gabarre.
Parque de las brujas en Laspaúles y ruta por el Valle del Isábena
Brujas, demonios, gigantes, duendes, “encantarias”, dragones… Nuestros antepasados nos han legado infinidad de relatos y leyendas protagonizadas por seres mágicos que poblaban nuestras montañas y bosques. Historias asombrosas que siempre fascinan a los peques. Así que una parada obligada cuando tienes niños es la visita a uno de nuestros “bosques encantados”. Por eso, Marga Gabarre nos propone conocer el Parque temático de las brujas en Laspaúles.
Llegar desde Huesca en coche lleva alrededor de dos horas. Pero otra opción es pernoctar en el valle de Benasque y a la mañana siguiente ir por el Coll de Fadas. Una vez en Laspaúles, a diez minutos del pueblo se encuentra nuestro destino.
La ruta por el Parque de las Brujas se hace a pie y lleva una media hora. A través de distintos carteles vamos conociendo la triste historia de las 24 mujeres del pueblo que fueron ajusticiadas en el año 1593, acusadas de brujería. A lo largo del recorrido hay numerosas recreaciones de brujas, sus animales, aquelarres, sombreros… Está planteado como un juego en el que los niños deben ir encontrando y adivinando. Al llegar a la cima del Serrat Negre, hay unos paneles con un cuento sobre el origen de las Pléyades y, al contemplar las vistas, podréis ver al “gigante” (una montaña en forma de gigante tumbado).
Tras visitar el Parque de las Brujas, nos dirigimos hacia el Valle del Isábena. Gabarre propone “hacer una primera parada en Obarra, ya que los peques seguro que agradecen corretear por esa pradera, rodear el Monasterio o pasear cerca del río con un impresionante puente medieval que en realidad tuvieron que volver a construir el siglo pasado debido a que una riada se lo llevó por completo.” Además, este es un buen sitio para comer de picnic, ya que a escasos metros del Monasterio hay un merendero.
Continuaremos descendiendo hasta Serraduy, un pequeño pueblo medieval con un bonito puente de piedra sobre el río Isábena. Justo debajo de él se forma una fantástica piscina natural. De hecho, la zona está habilitada para el baño y se puede bajar al cauce sin problema, por lo que si la temperatura acompaña, se puede aprovechar para darse un chapuzón.
Continuando el viaje es recomendable dedicar un tiempo a pasear por las calles porticadas de la Puebla de Roda, capital del municipio de Isábena y localidad con otro gran puente medieval “El puente de la Luz”.
Marga Gabarre nos cuenta que “en un pispás nos plantamos en Roda de Isábena, otra de las localidades incluidas en la lista de los pueblos más bonitos de España. Por algo será….”. A pesar de su reducido tamaño y de no llegar a los 50 habitantes censados, aquí pueden presumir de tener la catedral más antigua de Aragón. Este monumento románico, con una espectacular cripta y un magnífico claustro del siglo XIII es una auténtica joya. “Os recomiendo reservar vuestra entrada con antelación y realizar la visita guiada”. Después, lo mejor es deambular sin rumbo por el pueblo. En nuestro camino por las calles empedradas nos iremos encontramos la ronda amurallada, sus casonas de piedra, sus arcos, sus pasadizos, sus miradores al valle…
Otro de los pequeños tesoros que esconde Roda de Isábena es “La era de Vicén”. Su propietario Vicente Ballarín remodeló la casa familiar conservando la estructura de madera en tijera típica de la zona. Probablemente es de los pocos – si no el único – edificio en su estilo que queda ya en la comarca. En su interior, Ballarín fue dando forma con los años a uno de los espacios museísticos más singulares de nuestra provincia.
Reino de los Mallos, Castillo de Loarre y almendros en flor
La excursión empieza en los Mallos de Riglos. Se trata de una excursión sencilla de dos horas y media de duración. El camino para visitar esta increíble formación geológica, que en algunos puntos alcanza los 300 metros de altura, parte del propio pueblo de Riglos. La ruta, también conocida como “el camino del cielo” puede hacerse en cualquiera de los dos sentidos.
Si la ruta se realiza con niños Marga Gabarre nos recomienda “hacerla por la parte izquierda, para salvar la fuerte pendiente en el ascenso y que, de este modo, el descenso sea más llevadero”. Hay varias paradas que no os podéis perder: el mirador del Circo, el mirador de Bentuso, el mirador del Colorado o el mirador de la Espinalba. En todos ellos obtendréis imágenes de postal, con espectaculares vistas de la Hoya y del río Gállego serpenteando bajo los vigilantes mallos. Cada uno tiene un nombre: Puro, Pisón, Firé Visera, Colorado, Cuchillo, Chichín, Herrera, Magdalena… Tened en cuenta, además, que aquí habitan numerosas especies de aves, entre ellas el buitre leonado, al que con total probabilidad veréis sobrevolar la zona.
Tras la excursión matinal, aprovechamos para almorzar y ver tranquilamente el pueblo de Riglos y así vamos cogiendo fuerzas para la siguiente aventura. ¿Os animáis a hacer rafting en el río Gállego? Una experiencia inolvidable que os hará soltar adrenalina. Hay muchas empresas especializadas en el descenso del río. Eso sí, es importante tener en cuenta que el requisito imprescindible para los peques es tener al menos cinco años (para el tramo más sencillo) y saber nadar. La duración es de unas cuatro horas y, por lo general, todas las empresas ofrecen descensos en horario de mañana y tarde.
El tramo entre Murillo y Santa Eulalia es el más indicado para hacer en familia o con grupos de niños, ya que permite navegar con total seguridad para los peques en cualquier momento de la temporada. Son 8,5 kilómetros de descenso con una duración de dos horas y media, con un nivel de dificultad para principiantes (rápidos y suaves). Desde el río se puede disfrutar, además, de otras magníficas vistas del conjunto de los mallos.
Y, si os queda energía, se puede completar la jornada con una parada en Ayerbe (y de paso aprovisionarse de sus riquísimas tortas) y desde allí coger la A-1206 hacia el Castillo de Loarre. Esta fortaleza medieval destaca por ser el castillo románico mejor conservado de Europa. Además de la visita, se ofertan actividades lúdicas para los niños como el “mapa del tesoro”, para que los peques vayan resolviendo diez pruebas mientras descubren el castillo. Los que consigan dar solución a los acertijos tendrán su recompensa al regresar al Centro de Visitantes.
Por último, os animamos a que vayáis añadiendo vuestros planes favoritos en los comentarios. Y lo más importante: escoged el plan que más os guste, lo importante es pasar tiempo juntos en familia.